Es el testimonio barroco más valioso de lo que fue el territorio de la actual República de Colombia.
Su construcción duró 20 años. Los primeros religiosos que habitaron este convento pertenecían a la regla de San Bernardino, convertidos en misioneros en 1752. Son de admirar en él su frontis, el ábside con sus tres camarines, su coro alto, su sacristía,su púlpito de la escuela quiteña del siglo XVIII y las imágenes que contiene, entre las cuales sobresale la de la Inmaculada, par de la venerada en la Basílica, y aún mejor. Reposa sobre un muro coronado de una azucena, toda de plata martillada y se atribuye a Legarda: la del Santo Cristo de la Vera Cruz, traído de España hacia el año de 1600, así llamada por llevar incrustado en la cruz un fragmento del lignum crucis; la de San Pedro de Alcántaraacabada hechura Sevillana; la de San Francisco Javier, obra de Caspicara, y la española de San Francisco de Asís. La torre se terminó en 1894, dando pie para el ascenso de la pesada campana fabricada con alta aleación de oro y plata por don Pedro Agustín de Valencia, en la casa de la moneda de Popayán. La plazuela de San Francisco: se halla la estatua del prócer de nuestra independencia, doctor Camilo Torres Tenorio, "obra del escultor francés Verlet, erigida en 1916, en solemne acto que enalteció Guillermo Valencia con su arrebatadora palabra. De este templo sale la procesión del Jueves Santo. Sufrió considerables daños en el terremoto de 1983, pero gracias al empuje de los payaneses y a los aportes tanto de la nación como del gobierno español, se halla reconstruido en su totalidad.
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